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Published Monday, March 14, 2005 by Ara.
... este es el hábito de silencio que nos alimenta día tras día: saber que estamos hechos de una luz de ficción, y que nacemos para gestar el pensamiento dándole cuerpo a una gramática insomne. este es el idioma del prestidigitador, dolores innecesarios y sombras que desafían su propia indiferencia dentro de un espejo. la mirada nos habla con el golpe seco de una luz, y esa es una señal de humo invisible a la que hace tiempo que nos hemos rendido dentro de este laberinto. la rutina se desnuda con precisión mecánica en el instante de la fuga. la realidad se construye con olvido y nos lanza un golpe minúsculo en el cielo de la boca. hemos llorado para aniquilar esta mirada sedienta pero todo ha sido en vano; este hábito de silencio es nuestra manera de conjurar el tránsito perenne al que parecíamos sometidos.
dentro del espejo no existe más realidad que la de una búsqueda estéril, demasiado incierta para ser eterna, demasiado real para perdurar contigo. en un constante y feroz abrir y cerrar de ojos, la realidad cae sobre la cordura y ésta se rompe la cabeza pensando en lo que somos y en lo que vemos. y de súbito existe una pregunta, la única, y un consecuente intento de deconstrucción que nace de la oscuridad de la respuesta.
... pero yo sólo quiero que te dejes enredar por la locuaz locura que deja en esta imagen su huella cotidiana. que te acerques a esta fotografía muerto de sed, como siempre has hecho, y que hagas de ella un signo de interrogación de fertilidad extrema. que te refugies en un intersticio de soledad urbana en el que no pueda encontrarte nadie. que te sientas a salvo de los mártires del extraño equilibro de la luz, de todos los relojes que acaban contigo y que saben que necesitas una última mirada en la que ahogarte. que te encuentres por un instante sorprendido astutamente en una estancia que limita al norte con la vida y al este con la duda. que seas capaz de abandonar tus miedos en este triste círculo de ausencias por el que vagas, en ese claustro colectivo en el que se marchita la niebla que todos llevamos encendida bajo la piel.
... este hábito de silencio que te ofrezco es un fragmento de la irrealidad tristemente gestado por lo real; un territorio de reflexión que fue y será ceniza en el espejo de un instante cualquiera de tu vida.
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Published Friday, March 04, 2005 by Ara.
a veces olvido que no llegaste de ninguna parte
y muero de sed en el invierno de tu mirada ya marchita.
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Published Wednesday, December 29, 2004 by Ara.
existe
un círculo vacío
con la dolorosa intención
de soñarte despierto,
de postrar heridas sobre la hierba,
de esculpir versos en tu carne,
de sembrar huellas en los surcos de tu memoria.
huye.
esta noche, dentro de muchos años,
mírame aún. ha despertado la cordura.
fuera de mí la luz aún duerme.
cuando muera,
espero encontrarme dentro de ti
(en cualquier lugar;
si acaso en la coraza de sangre que tanto me quiso)
cuando muera,
espero que me guardes en la carne, nunca en la memoria
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Published Monday, December 27, 2004 by Ara.
es la lluvia
que regala tránsito
en la calle del laberinto
con su latido de palabra incierta
es ella
la misma que dice odiar la soledad
en las madrugadas que yo riego con café negro
es la lluvia
que viene para esconder
mi llanto dentro de un ritmo ajeno y milenario
pero por la mañana,
poco antes de que despierten los árboles
del bosque donde nos hemos amado,
o Dios encienda la luz,
él se arroja en mis brazos y me dice que me quiere,
y ahí se disipan todas las dudas que mi sexo me dispara
no sé
si has muerto;
en el corazón
en que residías
no ha nevado lágrimas,
pero en esta frágil memoria
que te sostiene
aún no se ha escuchado tu silencio
ni la voz que podría resucitar esta víscera
caliente que se ha helado
¿puede cada verso -en artificios de maldad-
desnudar de nuevo estas heridas que mi poesía pretendía oscurecer?
de este amor no queda más huella que la ruina que se construye con olvido
si mi corazón supiera
de mí algo más que de la muerte
si no fuera, víscera vaga y mortal,
un seco desierto de lágrimas heridas, eternas y adormiladas...
quiero
un adiós
que zozobre a primera vista
que sea sumiso al beso ilegal
que sienta vértigo en las alturas
y muera de mareos y náuseas en los viajes cortos
y en las distancias largas
si alguna vez me olvidas -y lo harás,
porque la memoria del amante no es eterna-
piensa que la carne no es la única que llora,
ni la única que olvida el tacto interior de un beso,
ni la única que se marchita en el oscuro silencio
de la desmemoria.
piensa que al amor también le duelen las tinieblas del azar.
quiero saber qué haces de mí
cuando no haces de ti más que abandonarte
la realidad anota mi nombre
en su libreta de cuentas pendientes.
amanece.
necesito confianza en calderos de zinc.
abrázame.
dibuja mi perfil
de hueso triste,
pero sin lágrimas ¿no sonríes?
de todo lo que has sido y serás,
¿qué nada es la que me aguarda?
quise
hacer de tus manos
un lenguaje de invierno
y un látigo de la tristeza
que ya no muerde,
pero huyes en cada beso
porque no quieres ser quien nunca he querido que seas;
mientras,
yo mezclo memoria y deseo
porque, nostálgica, sólo me calma recordarte dentro de mí
pudiera ser que mis ojos
de tanto mirar a los tuyos
hubieran perdido imagen de sí,
de las cosas que les otorgan sentido, también,
y vagaran huérfanos fuera de órbita
es difícil sobrevivir
a la soledad de un reloj sin cuerda,
a la onda expansiva de un corazón de amonal
que sólo estalla si es mi boca el detonador
de la noche de la fuga,
de las huellas de la dulzura del hallazgo,
sólo quedan las heridas del golpe inaudible del adiós
de la negación de un sueño del que desperté muerta sin ti,
sólo quedan las láminas de hielo que vencían a tus ojos infinitos
de la ilusión de una calle que jamás será sin ti una derrota,
sólo quedan los golpes de un triste laberinto de metales heridos
de la invención,
de la voz, de la luz de la mañana,
sólo quedan las rejas del triste recinto de silencio en el que habitas y al que me condenas
la tierra de este valle de verde hierba esmaltado,
las montañas que roen al cielo,
la nieve de Santa Marina, la nieve de Gourette,
raíces, abrazos,
versos de Laboa o de Hierro,
miradas que se pierden dentro y fuera de un espejo,
la tristeza de la muerte de un joven,
el fuego en el agua y el agua en el fuego,
el asfalto de una calle de tu aldea, luminosa como el lomo de un pez plateado,
una fotografía en blanco y negro en la que habitan multitud de vidas perdidas,
bosques, sinceridad,
ahora ya eres parte del triste inventario del último invierno,
ahora ya eres oarte de la nostalgia que cruza de lado a lado el papel vacío
eres otra vez humo en el espejo,
verso que nace poco después de pasar por mi lengua,
ya no sé si mirarte o dejar que me ciegues,
buscarte o dejar que me encuentres al final de una calle vacía
eres otra vez humo en el espejo,
verso que nace poco después de pasar por mi lengua
¿dónde la edad de los sentimientos recién talados?
entonces era capaz de alejar la tristeza con su olor a madera muerta;
pude haberte olvidado de haberte conocido entonces
mi corazón, triste y del color de una fotografía necrológica,
se pregunta si en tu colección de frío
existe un lugar para una noche cualquiera del mes de enero,
para el juicio de un reloj que nada tiene que hacer,
para recordarte que mientras sus agujas siguen girando
tú te acabas y yo me acabo pero yo te quiero,
para decirte, al oído, que la indiferencia
será el único verso que yo no invente para ti.
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Published Thursday, December 09, 2004 by Ara.
esto es parte de lo que hago cuando entristezco...