de la noche de la fuga,
de las huellas de la dulzura del hallazgo,
sólo quedan las heridas del golpe inaudible del adiós
de la negación de un sueño del que desperté muerta sin ti,
sólo quedan las láminas de hielo que vencían a tus ojos infinitos
de la ilusión de una calle que jamás será sin ti una derrota,
sólo quedan los golpes de un triste laberinto de metales heridos
de la invención,
de la voz, de la luz de la mañana,
sólo quedan las rejas del triste recinto de silencio en el que habitas y al que me condenas
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